13 diciembre, 2024

La arquitectura como herramienta para la innovación social: diseño centrado en las personas para combatir la soledad

La arquitectura como herramienta para la innovación social diseño centrado en las personas para combatir la soledad

La arquitectura tiene poder más allá de la creación de edificios: es una práctica que da forma a cómo las personas viven, interactúan y prosperan dentro de sus comunidades, y también, puede ser una herramienta para la innovación social. A través de la comprensión de los procesos centrados en el ser humano, el diseño participativo y las ciencias sociales, los profesionales pueden abordar desafíos sociales como la soledad, la desigualdad y la salud pública para equipar espacios como vehículos para la equidad y el compromiso social. El papel de la arquitectura en la configuración del futuro de las comunidades es una respuesta directa a las necesidades humanas y al cambio social activado.

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En A Human Approach to Architecture, un manual de diseño de la agencia Comte Bureau, con sede en Oslo, se explora la historia de la arquitectura y el diseño a través de momentos clave que resaltan la perspectiva de abordar las necesidades y aspiraciones humanas. En civilizaciones antiguas como Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma, los edificios monumentales representaban la identidad cultural y el compromiso cívico. La Edad Media vio una transición de las estructuras fortificadas a la arquitectura gótica, nutriendo la comunidad a través de espacios espirituales abiertos. El Renacimiento introdujo el humanismo y la proporción, mientras que el Modernismo del siglo XX buscó la eficiencia y el progreso social, pero a menudo enfrentó críticas por su naturaleza impersonal.

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«La historia de la arquitectura ha sido un diálogo continuo entre las necesidades humanas, las aspiraciones sociales y el entorno construido», comparte la socia y arquitecta de Comte Bureau, Joana Sá Lima. Comte Bureau aborda el diseño espacial a través de una lente de pensamiento de diseño, lo que permite al equipo impulsar la innovación a través del diseño de servicios, organizaciones y entornos físicos. A Human Approach to Architecture se creó para proporcionar una guía práctica para que arquitectos y diseñadores adopten un enfoque más centrado en el ser humano en sus proyectos. Une los métodos de diseño tradicionales con los desafíos modernos, presentando herramientas prácticas para crear espacios que gestionen las necesidades de las personas y el medio ambiente.

Reconstruir las conexiones sociales

 

El proyecto piloto SIT – Nardovegen 12-14 de Comte Bureau presenta un estudio sobre el diseño centrado en el ser humano y su capacidad para abordar el problema de la soledad, particularmente entre los estudiantes universitarios. «Abordar la soledad requiere algo más que espacio físico: requiere entornos que fomenten la conexión y la interacción», afirma Sá Lima.

 
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Al reconocer la soledad como un desafío crítico que afecta tanto la salud mental como el rendimiento académico, el proyecto se basó en un diseño participativo. Al involucrar a los estudiantes directamente en el proceso de diseño, el equipo de diseño pudo recopilar información valiosa sobre la vida diaria y las necesidades de los residentes, lo que resultó en empoderar a los estudiantes para contribuir al diseño de sus espacios sociales. La co-creación asegura que los diseños respondan a la dinámica social específica de la comunidad a la que sirven.

Las intervenciones de diseño se guiaron por varias hipótesis, arraigadas en las ciencias sociales y las metodologías del pensamiento de diseño. El equipo creía que los espacios comunitarios podrían desempeñar un papel fundamental a la hora de reducir el aislamiento al generar interacciones sociales espontáneas. Se utilizaron viajes de usuarios y mapas de comportamiento para profundizar en la idea, proporcionando una comprensión de cómo los estudiantes navegan e interactúan con su entorno de vida.

 
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Los hallazgos revelaron que los estudiantes preferían espacios multifuncionales que combinaran tareas cotidianas, como lavar la ropa, con oportunidades para encuentros sociales informales. Al integrar diversas funciones en áreas compartidas, el diseño alentó a los estudiantes a congregarse e interactuar de forma natural, reduciendo la necesidad de socialización forzada y creando oportunidades orgánicas para la conexión.

 

Otra idea clave fue la importancia de la flexibilidad y la personalización en los espacios compartidos. A través de simulaciones espaciales y talleres, se invitó a los estudiantes a experimentar con diferentes diseños y configuraciones, utilizando muebles móviles y zonas adaptables para crear áreas comunes que pudieran servir para múltiples propósitos. Estas herramientas ayudaron al equipo de diseño a comprender cómo los espacios reconfigurables y definidos por el usuario generan un mayor sentido de propiedad entre los residentes. Cuando los estudiantes sintieron que podían personalizar su entorno, era más probable que utilizaran los espacios compartidos con regularidad, lo que a su vez aumentó la frecuencia de las interacciones sociales.

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El proyecto demuestra cómo una combinación de diseño participativo, planificación espacial flexible y conocimientos basados ​​en las ciencias sociales puede conducir a entornos que promuevan el bienestar y la comunidad. El énfasis en involucrar a los residentes en cada paso del proceso de diseño dio como resultado espacios que redujeron el aislamiento.

El proceso es circular en lugar de lineal y se basa en conocimientos y comprensión previos para que cada fase informe a la siguiente.

 

Diseño centrado en las personas: inclusión, empatía y participación

 

La desigualdad dentro del entorno construido a menudo se manifiesta como un acceso limitado a espacios de calidad para las comunidades marginadas, lo que refuerza las divisiones sociales y perpetúa los ciclos de pobreza. Las disparidades en vivienda, espacios públicos e infraestructura resaltan la necesidad urgente de un enfoque de diseño más inclusivo. El diseño centrado en el ser humano ofrece un camino para desafiar estos desequilibrios, enfatizando la empatía y una comprensión profunda de las diversas experiencias de los usuarios. La interacción directa con grupos marginados permite a los arquitectos/as crear entornos que se adapten a la accesibilidad física (como rampas y ascensores) y respondan a las necesidades emocionales y culturales.

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Transformar áreas urbanas subutilizadas en activos comunitarios es otra forma poderosa en que la arquitectura puede abordar la desigualdad. Al reutilizar lotes abandonados y edificios abandonados para convertirlos en centros comunitarios, parques o viviendas asequibles, los profesionales de la arquitectura pueden cerrar la brecha entre las poblaciones privilegiadas y marginadas. Estos espacios revitalizados brindan servicios esenciales y fomentan la cohesión social, creando entornos donde personas de diversos orígenes pueden conectarse y compartir experiencias.

En el corazón de la innovación social se encuentra el diseño participativo, que enfatiza la importancia de involucrar a las comunidades en el proceso de diseño. Empoderar a los grupos marginados para que aporten sus conocimientos aumenta la equidad social y garantiza que las poblaciones vulnerables sean consideradas en el diseño. En última instancia, el diseño participativo fortalece los vínculos sociales y cultiva un sentido de pertenencia más profundo, allanando el camino para entornos inclusivos.

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Un enfoque multidisciplinario, a través de la integración de la arquitectura, el diseño y las ciencias sociales, es un fuerte adversario de los desafíos complejos y los problemas perversos que enfrentan las comunidades. El diseño centrado en el ser humano garantiza una arquitectura con conciencia social donde se priorizan las necesidades, el bienestar y las experiencias de las personas. En medio de la innovación tecnológica y las tendencias globales, las soluciones centradas en el ser humano pueden mejorar la calidad de vida y fomentar conexiones significativas entre las personas, su entorno y nuestro planeta.

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