El siglo XXI ha traído cambios significativos en la arquitectura de los edificios escolares, reflejando nuevas filosofías educativas, avances tecnológicos y valores sociales que priorizan la sostenibilidad y la inclusión. Esta evolución no es solo estética, sino que representa una profunda reformulación del papel de los ambientes físicos en la educación. Los pasillos estrechos y los innumerables pupitres en fila han dado lugar a espacios dinámicos, conectados con el entorno y con la comunidad, siendo la flexibilidad y la multifuncionalidad sus características fundamentales.
Los edificios escolares tradicionales se caracterizaban por aulas estandarizadas y espacios intermedios destinados solo al desplazamiento, con pocos ambientes compartidos y mínima interacción entre los miembros de la comunidad educativa. En contraste, los nuevos espacios escolares son multifacéticos y frecuentemente están conectados entre sí y al exterior, marcados por colores y materiales vibrantes que reflejan la identidad de la institución y de sus alumnos. Los pasillos son espacios de encuentro, las gradas son lugares para ensayos de danza, las paredes son proyectores. Las etiquetas ya no son bienvenidas.
El alejamiento de las estructuras tradicionales y rígidas hacia espacios adaptables reconoce que el aprendizaje efectivo no siempre ocurre en un ambiente convencional. Un concepto de multifuncionalidad que va mucho más allá de simplemente poner muebles sobre ruedas, se trata de la creación de espacios que permiten cambios en diferentes aspectos como acústica, color, luz, materiales, además de considerar la interactividad y la tecnología. De esta forma, la escuela se convierte en un instrumento que los profesores pueden manipular para implementar los cambios requeridos por una educación en constante transformación.
La importancia de la adaptabilidad en los espacios escolares está confirmada por varias investigaciones. El informe global «Future of the Classroom» de Google for Education, que analiza datos educativos globales, destacó la tendencia hacia espacios flexibles. El documento revela que, en Estados Unidos, las aulas con diseños híbridos superaron el 91% de las escuelas tradicionales en pruebas de lectura y matemáticas.
En la práctica, alineada con esta perspectiva, la Escuela Casa Fundamental, en Brasil, proporciona flexibilidad ante una dinámica de enseñanza que cambia a lo largo del año. Las aulas pueden abrirse en un espacio amplio que recibe diversas configuraciones de layout. Mientras que la Escuela Primaria Experimental de Hongling, en China, va más allá al generar, mediante su planta en forma de tambor, mayor flexibilidad y libertad en comparación con las aulas rectangulares tradicionales. El contorno curvo y rítmico de las unidades de aprendizaje y el borde curvo del patio forman el espacio de actividad lineal creando un lugar dinámico al aire libre para los niños.
La multifuncionalidad de los espacios escolares también es una característica importante cuando se aborda el tema de la tecnología en un escenario de constantes cambios e innovaciones. La nueva generación de alumnos ha crecido en un mundo dominado por dispositivos intuitivos e información instantánea. Buscan aprendizaje colaborativo, tecnología avanzada, edificios sostenibles y ambientes dinámicos que se alineen con sus intereses en desarrollo. La evolución de los laboratorios de informática a laptops y dispositivos portátiles, por ejemplo, ha cambiado tanto la enseñanza como el diseño de las aulas, exigiendo mayor potencia y conectividad en las escuelas. Esto desafía a arquitectos y educadores a prever rápidamente las nuevas necesidades de los estudiantes.
La Escuela Primaria Jätkäsaari, en Finlandia – país frecuentemente citado como ejemplo en el ámbito de la educación innovadora – presenta espacios flexibles con pocos elementos fijos, listos para ser adaptados según necesidades futuras, y también ofrece una experiencia pedagógica inspiradora, que crece y se desarrolla junto a los usuarios. La idea es ofrecer espacios multifuncionales que animen a los niños a aprender y colaborar adaptándose a futuras innovaciones.
De esta forma, se entiende que una escuela verdaderamente flexible y adaptable necesita atender a las necesidades de alumnos, profesores y administradores, pero para responder a los cambios y desafíos del futuro también debe servir a la comunidad circundante. En este aspecto, Colombia, país que también se ha destacado en el ámbito de las infraestructuras escolares – aunque desde una perspectiva muy diferente a la de Finlandia – defiende la democratización de la educación a través de arquitecturas de calidad insertadas en contextos precarios. Entre muchos ejemplos notables, la Institución Educacional La Samaria se destaca por sus espacios híbridos diseñados para atender tanto a los alumnos como a la comunidad local. El primer piso del colegio incluye la biblioteca, el salón multiuso, la sala de internet, los laboratorios y las salas de artes, todos con accesos y lógicas independientes para facilitar su uso por la comunidad los fines de semana. Esto amplifica el carácter público de la escuela, convirtiéndola en un equipamiento comunitario esencial e integrado al barrio.
Estos ejemplos son solo algunos de una amplia gama de ambientes escolares que incorporan una comprensión holística de la educación, destacando la importancia de la arquitectura en las experiencias de aprendizaje. Los espacios multifuncionales son esenciales para enfrentar un futuro incierto y en constante evolución, equipando a las escuelas para superar diversos desafíos y atender a las necesidades de alumnos, profesores y comunidades, tanto en el presente como en el futuro.