Una Casa Viva Inspirada en el significado del término egipcio per ankh, que puede traducirse como “casa de la vida”, Casa Ankh busca establecer una coextensión entre el cuerpo, el entorno y la vida cotidiana. Situada en un terreno rural en el interior de São Paulo, la casa fue concebida como una respuesta sensible al contexto natural que la rodea. Implantada en un amplio solar con un marcado desnivel, la vivienda dialoga con la topografía accidentada y pone en valor el paisaje montañoso del fondo, incorporando la naturaleza como elemento esencial de su composición arquitectónica.

El programa de 455 m² se distribuye en cuatro módulos independientes organizados en torno a un patio central que actúa como punto de encuentro y contribuye al confort térmico. Este patio, además de brindar respiro e introspección, se convierte en el denominador común que articula las construcciones. El módulo social, que alberga la sala, el comedor y la cocina, se abre en amplios vanos orientados hacia el poniente. Su terraza permite enmarcar el paisaje, mientras un generoso alero de hormigón atenúa el sol intenso de la tarde. Integrada en este volumen se encuentra el ala privada de la propietaria, compuesta por una suite principal, un baño y un vestidor.



Un segundo módulo alberga el dormitorio de la hija, configurado como un altillo con acceso independiente que promueve autonomía y privacidad para la joven. En la fachada este, el taller se establece como núcleo creativo y punto de reunión familiar, mientras que el ala técnica, con garaje y áreas de servicio, se ubica estratégicamente al sur, ofreciendo resguardo respecto a la vía lateral de acceso del condominio.

La implantación de la casa se realiza en una cota semienterrada respecto al nivel de la calle, calculada para permitir una adecuada relación de corte y relleno y, al mismo tiempo, preservar las vistas del paisaje montañoso al fondo.

El paisajismo, concebido como una extensión del proyecto arquitectónico, se organizó en cuadrantes y microclimas. La parte superior del terreno, de carácter árido y expuesto, se inspira en el cerrado brasileño, con especies nativas y de bajo mantenimiento. Cerca de la cocina, huertos funcionales, hierbas aromáticas y pequeños frutales fomentan el uso cotidiano y activan la relación entre habitar y cultivar.



La materialidad refuerza la idea de permanencia y robustez: por ello se optó por losas planas de hormigón visto, que garantizan una morada duradera, resistente y de bajo mantenimiento, principios siempre presentes en el proyecto. Los aleros en voladizo regulan la incidencia solar y enfatizan la volumetría expresiva de los bloques, mientras que los materiales, en su mayoría naturales y de origen local, contribuyen a una estética atemporal, como el revestimiento exterior elaborado con la tierra extraída del propio terreno. Un aspecto destacado es el uso de la piedra, que se manifiesta en distintas aplicaciones: revestimiento, muro de contención y pavimento de las áreas exteriores.

Más que un lugar para habitar, esta casa fue proyectada para integrar personas, materiales y paisaje de forma equilibrada, como una parte intrínsecamente conectada con el todo: la propia vida.
