Al pie de unas cavidades antaño utilizadas para almacenar espirituosos ha abierto un centro que permite adentrarse en el montañoso paraje y aproximarse a ellas.
Pensada para establecer un vínculo tanto con la ladera como con las vistas del territorio circundante, la visita del sitio arranca en un sencillo pabellón de acero cortén que se extiende en voladizo sobre la escarpadura.
Entre la miríada de espacios que componen el vasto recinto despuntan una zona de descanso al aire libre junto a una lámina de agua y una sala de proyección panorámica con un techo bajo que interseca con los troncos de los árboles.








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