Las noticias recientes de África muestran una variedad de problemas urgentes que afectan a los centros urbanos: las severas inundaciones amenazan la capital de Kenia, Nairobi; el sistema de tren ligero en Adís Abeba, Etiopía, está fallando después de un exitoso comienzo. Mientras tanto, en la capital de Egipto, El Cairo, los nuevos gastos en infraestructura y vivienda resultaron demasiado elevados y necesitaron de un rescate gubernamental. Las ciudades africanas enfrentan una multitud de problemas pero también tienen el potencial de mejorar innumerables vidas. Como Sudamérica comparte grandes similitudes en su historia con la de África, podría proporcionar tanto un punto de referencia como un ejemplo positivo para abordar estas preocupaciones a nivel urbano.
¿Cuál es el problema y por qué es tan significativo? El continente de África cuenta con la población más joven a nivel mundial. Mientras que el 14% de la humanidad reside en el continente, se espera que esta cifra aumente al 28% en aproximadamente treinta años. La gran mayoría del crecimiento de la población mundial ocurrirá en África y Asia. África también se está urbanizando rápidamente, con su actual población urbana del 43% se espera que incremente a más del 60% en el mismo período. A escala global, las ciudades africanas se están convirtiendo en la nueva frontera para elevar el desarrollo humano de millones, una oportunidad para aumentar la productividad y los estándares de vida. El punto 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU busca ciudades que sean «inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles». La evidencia en otros lugares ha demostrado que el crecimiento de las ciudades desencadena economías de escala y la difusión del conocimiento, aumentando así la productividad. Sin embargo, no todas las ciudades africanas están maximizando los beneficios de la rápida urbanización y la reducción de la pobreza. Por lo tanto, el 60% de los habitantes urbanos africanos viven en asentamientos informales, enfrentando problemas como viviendas precarias, aislamiento de oportunidades laborales, riesgo de inundaciones y falta de espacio público.
Estos problemas no son nuevos y se han observado en muchas otras partes del Sur Global, especialmente en Sudamérica donde se utilizaron métodos innovadores y poco convencionales para mejorar las condiciones en las últimas décadas. América del Sur comparte similitudes marcadas en su historia con la de África, la diferencia siendo un siglo aproximadamente entre los movimientos de independencia en cada una. Ambos continentes vieron estados extractivos establecidos por europeos en búsqueda de materias primas, poblaciones esclavizadas y trabajo forzado, y luego movimientos de independencia a menudo seguidos de inestabilidad política y golpes militares antes de la democratización incipiente. Tendría sentido, entonces, que África tomara nota de los éxitos al otro lado del Atlántico, especialmente dado que los dos continentes aún no comparten muchas relaciones políticas y económicas directas. Ciudades como Bogotá en Colombia y La Paz en Bolivia son notables, pero el pionero es Curitiba. Esta ciudad brasileña experimentó una rápida expansión en la década de 1960 y tuvo que inventar muchas soluciones a los problemas urbanos en la década de 1970 y 1980.
Su historia comienza cuando el arquitecto y urbanista Jaime Lerner se unió a un movimiento contra la introducción de una nueva red de avenidas más anchas orientadas al automóvil que habría visto la demolición de muchos edificios históricos. El movimiento tuvo éxito y Lerner luego fue nombrado como planificador urbano de Curitiba antes de ganar tres mandatos como alcalde de la ciudad. Su legado incluiría la introducción del sistema de transporte rápido de autobuses, una respuesta a la falta de fondos de la ciudad para construir una red de metro subterránea pero con la necesidad de mejorar la movilidad sin automóviles. Los carriles dedicados para los autobuses largos y articulados junto a las estaciones tubulares donde los pasajeros podían comprar sus boletos antes de abordar hicieron que el sistema fuera un éxito.
La introducción de parques a lo largo de los ríos proporcionó espacio público y redujo el riesgo de inundaciones. Incluso el mantenimiento de estos parques requería soluciones de bajo costo mediante el uso de rebaños de ovejas para mantener el césped corto. Otros programas incluyeron el ‘Intercambio Verde’ donde los ciudadanos/as intercambiaban sus desechos por tokens para productos, boletos de teatro u otras ofertas. Se introdujeron programas de reciclaje en las escuelas para que el mensaje se transmitiera también a los padres. Esta multiplicidad de programas Lerner la llamaría ‘acupuntura urbana’ – métodos dirigidos, poco convencionales y de bajo costo para resolver problemas.
Curitiba puede describirse como un innovador de arriba hacia abajo, que depende del entusiasmo y la dedicación de unos pocos individuos. Cruzando hacia Colombia, la ciudad de Medellín es un gran ejemplo de participación comunitaria. La ciudad había sufrido altos niveles de criminalidad y violencia, especialmente en el comercio de drogas de la década de 1980. Durante este período difícil, los pobres urbanos que vivían en los barrios marginales, o comunas, se radicalizaron para exigir mejores condiciones. Cuando terminó el tráfico de drogas, los planificadores de la ciudad tuvieron la enorme tarea de reducir la pronunciada desigualdad y violencia.
En 1998, la constitución colombiana requería que las ciudades produjeran un plan maestro que debía ser el resultado de la participación social. Por lo tanto, los miembros del municipio en Medellín tuvieron que interactuar con individuos en las comunas, incluso aquellos que previamente se habían movilizado contra la autoridad. Se realizaron ‘talleres de imaginación’ para determinar cómo podrían mejorarse las condiciones. El proceso resultó en un espacio público mejorado y una de las intervenciones más visibles del período: la introducción del MetroCable, el sistema de tránsito por teleférico que redujo los tiempos de viaje para los residentes y aumentó el empleo. Si bien esta es una historia multifacética y compleja de cambio urbano, puede servir como un estudio de caso para África, mostrando el impacto positivo de involucrar a comunidades desfavorecidas en el proceso de toma de decisiones urbanas.
Estos dos ejemplos demuestran cuánto pueden aprender las ciudades africanas de sus contrapartes al otro lado del océano, y cómo las condiciones de vida pueden mejorar drásticamente cuando hay voluntad. Los métodos pueden ser de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba con participación comunitaria, pero en la mayoría de los casos, las soluciones de bajo costo y apropiadas localmente han demostrado ser las más exitosas. Los africanos pueden tomar ejemplos de enfoques audaces pero poco ortodoxos e innovadores, teniendo en cuenta que los métodos convencionales pueden resultar inasequibles, como se vio en Adís Abeba y El Cairo. Existen pequeñas señales de que se están aprendiendo lecciones, como con la introducción de un sistema de transporte rápido de autobuses en Dar es Salaam, la capital de Tanzania.