8 marzo, 2025

Ionización del aire: cuando lo negativo puede ser positivo en espacios construidos

Ionización del aire cuando lo negativo puede ser positivo en espacios construidos

En 1902, el físico Philipp Lenard descubrió que la ruptura de las gotas de agua en olas, cascadas, lluvia o niebla libera iones negativos en el aire. Esto ocurre porque, al romperse, las gotas separan sus cargas eléctricas: los electrones, que son más pequeños y ligeros, se adhieren a partículas suspendidas en el aire, mientras que las cargas positivas permanecen en el agua o se disipan rápidamente. Este fenómeno aumenta la concentración de iones negativos en el ambiente, lo cual puede influir directamente en nuestro cuerpo y mente, interactuando con neurotransmisores y funciones celulares esenciales. No es casualidad que muchas personas reporten sensaciones de bienestar, energía y claridad mental después de pasar tiempo en playas, cascadas o bosques. En Japón, esta conexión con la naturaleza se explora en la práctica de Shinrin-Yoku, o «baño de bosque», que promueve la relajación y revitalización simplemente a través del contacto con el entorno natural.

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Sin embargo, el descubrimiento de los iones negativos se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX. En 1899, los físicos alemanes Elster y Geitel fueron de los primeros en estudiar la ionización del aire, identificando cómo se forman los iones en la atmósfera. Investigaciones posteriores, particularmente en las décadas de 1930 y 1950, exploraron los efectos biológicos de los iones negativos. Estudios del Dr. A. L. Tchijevsky, un científico ruso, y luego del Dr. Félix Sulman, un biólogo israelí, vincularon los iones negativos con posibles beneficios para la salud, como la mejora del estado de ánimo, el aumento de la absorción de oxígeno y la purificación del aire.

Desde entonces, varios estudios han sugerido que los iones negativos pueden desempeñar un papel significativo en la mejora de la salud y el bienestar. Ayudan a reducir los contaminantes en el aire, como el polvo, el polen y las bacterias, al unirse a estas partículas y promover su eliminación del entorno. Además, los ambientes ricos en iones negativos se han asociado con beneficios ampliamente reconocidos, como la purificación del aire, la reducción del estrés y la mejora del estado de ánimo. Las investigaciones indican que la exposición a estos iones puede aumentar los niveles de serotonina, promover una mejor calidad de sueño e incluso mejorar la función cognitiva, fomentando una mayor alerta y combatiendo la fatiga. Estos efectos hacen que los iones negativos sean especialmente valiosos en lugares de trabajo y entornos educativos, donde el rendimiento mental y el bienestar individual son cruciales.

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Cómo se está integrando la ionización negativa en el diseño de edificios

Con los beneficios comprobados para la salud y el bienestar de la ionización negativa, la arquitectura ha estado explorando formas innovadoras de incorporar esta tecnología en el diseño de edificios. Esto se logra a través de su integración en sistemas de HVAC y estrategias de ventilación, creando ambientes más saludables y cómodos para los ocupantes. Además, se han utilizado elementos naturales como fuentes, cascadas interiores y muros verdes para mejorar pasivamente esta ionización, promoviendo un microclima interior equilibrado y fomentando una sensación continua de bienestar.

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Un estudio publicado en MDPI Environments examinó los impactos de la ionización negativa en la calidad del aire interior y la salud humana. Los investigadores exploraron cómo estos iones pueden eliminar partículas en el aire, incluyendo polvo, contaminantes y alérgenos, contribuyendo a un ambiente interior más limpio y saludable. Además, el estudio evaluó la capacidad de estos iones para reducir la presencia de microorganismos y compuestos orgánicos volátiles (COV), lo que podría disminuir los riesgos de infecciones respiratorias e irritaciones. Otro aspecto abordado fue la influencia de la ionización negativa en el bienestar psicológico y cognitivo.

La arquitectura biofílica, que busca fortalecer la conexión entre los humanos y la naturaleza en el entorno construido, encuentra en la ionización negativa una herramienta poderosa para promover el bienestar y la calidad ambiental. Presente en ambientes naturales como bosques y cascadas, se ha demostrado que los iones negativos mejoran la calidad del aire y reducen el estrés. Al integrar generadores de iones negativos con elementos biofílicos como características de agua, cascadas interiores y abundante vegetación, este enfoque no solo purifica el ambiente, sino que también refuerza los beneficios psicológicos y fisiológicos asociados con la naturaleza. Así, la combinación de biofilia y ionización negativa emerge como una solución innovadora para equilibrar entornos urbanos con ecosistemas naturales, contribuyendo a ciudades más saludables, sostenibles y habitables.

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Además, la ionización negativa se ha aplicado para mitigar los efectos de la radiación electromagnética generada por dispositivos electrónicos, con paneles ionizantes instalados en paredes, techos y muebles para neutralizar el exceso de iones positivos. La innovación también se extiende a los materiales de construcción, como pinturas y recubrimientos bioactivos que emiten continuamente iones negativos, ayudando a mantener la calidad del aire a lo largo del tiempo. Con un enfoque creciente en la sostenibilidad y el bienestar, proyectos residenciales, comerciales e incluso hospitalarios están adoptando sistemas de purificación ionizante para reducir patógenos y mejorar la calidad ambiental. A medida que la tecnología avanza, se espera que la ionización negativa se convierta en un componente esencial en el diseño de espacios más saludables y eficientes que armonicen con la naturaleza.

A medida que los arquitectos y diseñadores continúan innovando, los edificios del futuro no solo pueden brindarnos refugio, sino también mejorar nuestro bienestar a través de mejoras atmosféricas respaldadas científicamente. La creciente demanda de espacios orientados al bienestar, combinada con los avances en la ciencia de materiales y tecnologías de purificación del aire, sugiere que la ionización negativa podría pronto convertirse en una característica común en el diseño de edificios sostenibles. Si bien se necesita más investigación y desarrollo, integrar la ionización negativa en la arquitectura representa un paso prometedor hacia ambientes interiores más saludables.

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