Adquirir una vivienda sobre planos es una decisión que combina ilusión, expectativas y una planificación cuidadosa. En el Perú, este proceso puede tardar entre 18 y 36 meses, según estimaciones del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), dependiendo del tipo de proyecto, su ubicación y los permisos involucrados. Esta espera forma parte natural del ciclo inmobiliario, desde el diseño inicial hasta la entrega final.
Durante ese periodo, la inmobiliaria tiene la responsabilidad de avanzar conforme a lo pactado, aunque existen factores externos que pueden afectar los plazos. Cinthia Pasache, gerente comercial de Best Place to Live, explica que “hay aspectos institucionales y administrativos que pueden retrasar la entrega, incluso con una buena planificación. Por eso es fundamental mantener una comunicación clara y continua con los clientes”.
Entre las principales causas de demora se encuentran los trámites municipales, como la obtención de licencias de construcción y certificados de conformidad. También influyen las gestiones relacionadas a los servicios básicos —luz, agua y desagüe— que dependen de proveedores externos, así como procesos registrales que pueden requerir correcciones adicionales antes de formalizar la entrega.
La puntualidad en la entrega resulta decisiva en la percepción del comprador. El Estudio de Satisfacción de Clientes 2024, elaborado por Best Place to Live, reveló que cuando una vivienda se entrega en el plazo acordado, la satisfacción del cliente llega al 63%. Si hay retrasos considerados razonables, baja a 50%, y si los tiempos se extienden considerablemente, cae a solo 15%. Para Pasache, esto demuestra que “el plazo es una promesa que construye confianza; no solo importa qué se entrega, sino cuándo”.
Cumplir con el compromiso de entrega no es solo una cuestión logística, sino un factor que fortalece la relación con el cliente y mejora la reputación de la empresa. La fecha de entrega actúa como un punto de referencia clave en la experiencia del comprador, y gestionarla con transparencia puede marcar la diferencia entre una relación positiva y una decepcionante.
