Cuando se aborda la accesibilidad en la arquitectura, los códigos establecen la línea de base mientras que el diseño define el techo. Aunque existen numerosas directrices, crear espacios para todos va más allá del mero cumplimiento de las normas. Requiere una comprensión profunda del entorno y una perspectiva amplia, reconociendo que lo que diseñamos será utilizado por personas con diversos cuerpos, habilidades y condiciones mucho más allá de los tradicionalmente considerados usuarios típicos.
Además, diseñar entornos plantea el desafío de la inclusión, garantizando que los individuos que no se ajustan al perfil estándar, como personas con discapacidades, mujeres embarazadas, quienes utilizan dispositivos de asistencia y personas de diferentes edades, tipos de cuerpo, etc., no queden excluidos. Los principios del Diseño Universal, establecidos en 1997 por la Facultad de Diseño de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y dirigidos por Ronald L. Mace, ofrecen una perspectiva transformadora en este contexto. Este enfoque influye en varios campos del diseño, incluido el entorno construido, los productos y las comunicaciones. Aplicado a la arquitectura, fomenta la creación de espacios que funcionen para todos, minimizando la necesidad de adaptaciones o diseños especializados.
Para explorar estos siete principios, es crucial hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si los aplicáramos a todos los proyectos? Imagina un entorno donde la accesibilidad no sea un complemento o un requisito mínimo, sino una característica intrínseca desde el principio, integrada en cada fase de diseño y en varias tipologías.
1. Uso equitativo
«El diseño es útil y comercializable para personas con diversas capacidades».
La configuración espacial de los edificios puede dar lugar a diferenciaciones significativas con un profundo impacto. Por ejemplo, en algunos casos, la entrada principal y la puerta accesible no son las mismas, lo que crea una experiencia de usuario desigual. Aun así, estos arreglos pueden resultar en una separación funcional que, si bien a veces aborda necesidades de diseño específicas, plantea desafíos con respecto a la inclusión y el flujo dentro del entorno construido.
El objetivo es garantizar la igualdad de acceso a todos los recursos, como áreas de trabajo, baños y auditorios. Siempre que sea posible, el acceso debería ser igual para todos. Si esto no es factible, la jerarquía debería ser equivalente. Se debe evitar la diferenciación para garantizar que toda la visibilidad isóptica, la comunicación, la privacidad y la protección se proporcionen por igual. Además, el diseño debe ser atractivo y coherente, demostrando una integración genuina de todos los elementos.
2. Flexibilidad de uso
«El diseño se adapta a una amplia gama de preferencias y capacidades individuales».
Cada persona experimenta el entorno construido de forma única. Por lo tanto, diseñar teniendo en cuenta la flexibilidad es esencial para que los edificios y los espacios interiores puedan ofrecer múltiples usos y adaptarse a las preferencias individuales. Además, la diversa gama de productos y sistemas disponibles mejora nuestra capacidad de personalizar estos espacios, permitiendo configuraciones más precisas y personalizadas.
Los espacios que diseñamos deben permitir que las personas interactúen de manera que se adapten a sus necesidades y ritmos. Es importante recordar que cada persona tiene diferentes velocidades, fortalezas y alturas al caminar. Esta conciencia y adaptabilidad nos ayudan a relacionarnos más cómodamente con nuestro entorno. En este sentido, los espacios y productos que utilizamos pueden potenciar nuestras capacidades y mejorar nuestras experiencias diarias.
3. Uso simple e intuitivo
«El uso del diseño es fácil de entender, independientemente de la experiencia, el conocimiento, las habilidades lingüísticas o el nivel de concentración actual del usuario».
La simplicidad es un concepto que juega un papel importante en la arquitectura, pero lograrlo requiere un esfuerzo profundo. Más allá de la estética, este principio se centra en hacer que el entorno sea fácilmente comprensible a nivel espacial. ¿Con qué frecuencia nos hemos encontrado con edificios donde la circulación es confusa, obligando a las personas a buscar ayuda para orientarse?
Para diseñar entornos simples e intuitivos, es fundamental reducir la complejidad innecesaria. El propio espacio, junto con los elementos informativos y el mobiliario, debe estar organizado de forma clara y sugerir su uso de forma evidente. Estos conceptos no sólo facilitan una experiencia más accesible sino que también promueven una interacción más fluida con el medio ambiente, especialmente para personas con discapacidad intelectual.
4. Información perceptible
«El diseño comunica la información necesaria de forma eficaz al usuario, independientemente de las condiciones ambientales o de las capacidades sensoriales del usuario».
Muy ligado al punto anterior, la información perceptible pretende mejorar la comprensión del espacio a través del diseño sensorial. Esta información se comunica a través de señales audibles, pavimento táctil, pictogramas y colores buscando orientar, dar instrucciones o alertar a los usuarios.
Este principio promueve el uso de diversos modos de comunicación, incluido el lenguaje pictórico, verbal y táctil, para presentar información de forma redundante a través de los sentidos. Este enfoque maximiza la legibilidad independientemente de las condiciones ambientales o las capacidades sensoriales individuales. Los colores y texturas contrastantes son cruciales para facilitar la orientación y las instrucciones. Además, el espacio debe ser compatible con varios dispositivos de asistencia, como bucles auditivos, para mejorar la usabilidad y la comprensión del entorno.
5. Tolerancia al error
«El diseño minimiza los peligros y las consecuencias adversas de acciones accidentales o no intencionadas».
Aunque no diseñamos para crear espacios inseguros, algunas condiciones aún pueden presentar desafíos potenciales. Por tanto, aplicar el principio de tolerancia al error implica organizar los elementos de manera que los más utilizados sean los más accesibles y los peligrosos queden aislados. También es crucial desalentar acciones que requieran una vigilancia constante por parte de los demás. Este enfoque es especialmente relevante para interruptores de luz, áreas de circulación abierta como pasillos y rampas, piscinas, escaleras de acceso y lugares de gran altitud como balcones.
6. Bajo esfuerzo físico
«El diseño se puede utilizar de manera eficiente, cómoda y con una fatiga mínima».
La forma en que interactuamos con nuestro entorno depende significativamente de nuestras capacidades físicas. En consecuencia, un diseño difícil de utilizar puede convertirse en una barrera. Para facilitar interacciones más fluidas, el diseño debe respaldar una postura corporal neutral, requerir fuerzas operativas mínimas, disminuir las acciones repetitivas y reducir el esfuerzo físico sostenido. Este enfoque garantiza que las actividades se realicen con un impacto mínimo, promoviendo la salud y el bienestar del usuario.
Reducir el esfuerzo físico se puede lograr diseñando espacios con cambios mínimos de nivel y pendientes suaves, utilizando muebles ergonómicos, instalando manijas de palanca en puertas y grifos, estableciendo interruptores sin contacto para iluminación e incorporando elementos mecánicos de circulación como ascensores y escaleras mecánicas.
7. Tamaño y espacio de aproximación y uso
«Se proporciona el tamaño y el espacio adecuados para acercarse, alcanzar, manipular y utilizar independientemente del tamaño corporal, la postura o la movilidad del usuario».
Dado que cada persona tiene características y necesidades únicas, nuestras demandas de alcance y movilidad varían considerablemente. El trabajo de Neufert sobre la estandarización de las dimensiones arquitectónicas sirve como ejemplo en este contexto, ya que proporcionó referencias antropométricas cruciales, particularmente para las personas que usan sillas de ruedas. Esta investigación sentó las bases para ampliar nuestro enfoque y adaptarnos a condiciones, tipos de cuerpo y alturas más amplios.
Para garantizar una interacción efectiva, es esencial considerar varios aspectos, incluido proporcionar una línea de visión clara a los elementos relevantes para los usuarios sentados y de pie, y facilitar el acceso a todos los componentes en ambas posiciones. Además, el diseño a pequeña escala debe adaptarse a las variaciones en el tamaño y agarre de la mano y proporcionar condiciones adecuadas para los dispositivos de asistencia. Estas consideraciones permiten que todos los usuarios interactúen con el entorno de forma cómoda y accesible.
Si bien cada uno de los principios del diseño universal es convincente y necesario por derecho propio, el verdadero desafío para los profesionales de la arquitectura es integrarlos de manera perfecta y simultánea en el diseño general. La premisa de que “la mejor accesibilidad es la que pasa desapercibida” resuena con fuerza en este contexto. Además, dado que la buena arquitectura encarna la inclusividad, es crucial reconocer que la accesibilidad es esencial para esta inclusión. Si aspiramos a crear una sociedad y un entorno construido que sean universalmente acogedores e inclusivos, ¿por qué no reconocer que diseñar para todos es un aspecto fundamental de la arquitectura?
