Mario Vargas Llosa, figura emblemática del boom latinoamericano, dejó una huella profunda en la literatura universal gracias a una obra que, a lo largo de casi 65 años, retrató con agudeza las complejidades sociales, políticas y humanas de su entorno. Su talento y mirada crítica lo hicieron merecedor del Premio Nobel de Literatura en 2010, además de múltiples reconocimientos internacionales que consolidaron su posición como uno de los escritores más influyentes de habla hispana.
Aunque su trayectoria está principalmente ligada a la literatura, Vargas Llosa también incursionó en otras disciplinas, entre ellas, la arquitectura. A pesar de que a primera vista pueden parecer mundos distintos, el autor logró establecer un puente entre ambas a través de ensayos y análisis que exploran la ciudad como un espacio narrativo. Su libro Ciudad, arquitectura y paisaje es uno de los mejores ejemplos de esta conexión, donde transforma al entorno urbano en un personaje más dentro de su universo literario.
En muchas de sus novelas, las ciudades y los espacios urbanos no son simples escenarios, sino elementos activos que reflejan tensiones sociales, conflictos políticos o incluso crisis personales. Esta sensibilidad hacia lo urbano es una constante en su obra, lo que demuestra una profunda comprensión de cómo el espacio moldea las historias humanas.
La publicación de Ciudad, arquitectura y paisaje marcó el punto más alto de su relación con la arquitectura. En este libro, Vargas Llosa ofrece una mirada crítica, pero también sensible y humana, sobre el papel de las ciudades y su influencia en la vida cotidiana. La obra está compuesta por 11 textos, divididos en dos secciones: “Escritos”, que reúne nueve artículos originalmente publicados en su columna Piedra de toque, y “Conversaciones”, que recoge diálogos sostenidos con especialistas en urbanismo y arquitectura.
El legado de Mario Vargas Llosa trasciende los límites de la literatura. Su pensamiento ha influido también en la arquitectura, el periodismo y la política, dejando una marca indeleble en la historia intelectual de América Latina. A través de su mirada crítica y su capacidad de análisis, ayudó a formar no solo lectores, sino ciudadanos más conscientes del entorno que los rodea.
