¡Lo vi en Instagram! Es una frase que oímos a menudo en diversos contextos, desde las últimas recomendaciones de restaurantes hasta el hotel de moda en la ciudad. La ventana para observar y exponernos al mundo exterior está ahora en nuestros smartphones. Esto no significa necesariamente que todo sea pesimismo. Sin embargo, refleja que estamos constantemente inundados de datos e información segmentada por algoritmos, todo ello en un formato muy fácil de consumir. En el mundo actual, solo se necesitan unos pocos segundos para formarse una impresión duradera de un edificio y su atmósfera, y esas primeras impresiones importan más de lo que a menudo imaginamos.
La cuestión es la siguiente: ¿Está cambiando nuestra percepción de la arquitectura para adaptarse a esta nueva dinámica, con un enfoque cada vez mayor en crear diseños que tengan potencial de hacerse virales? Claro, el omnipresente algoritmo sigue siendo un misterio en muchos aspectos. Sin embargo, vale la pena explorar esta conversación, que plantea preguntas interesantes sobre el futuro de la arquitectura, un futuro en el que los arquitectos emergentes están tan profundamente vinculados a las redes sociales que su influencia se vuelve prácticamente imposible de ignorar.
Es cierto que en el pasado todo se movía a un ritmo mucho más lento. Estar al tanto del mundo de la arquitectura, buscar inspiración, descubrir nuevos procesos o materiales, requería horas de búsqueda en revistas, conversaciones con colegas y viajes. Más que decir que los viejos tiempos eran mejores (cuando los clásicos de la arquitectura definían el paisaje), la realidad es que la información solo fluía más lentamente. Con las mejoras en la infraestructura de transporte, la tecnología y la llegada de Internet, el mundo se volvió más conectado y todo se aceleró. Las redes sociales se integraron a ese impulso, transformando una dinámica ya familiar en algo más rápido y accesible que nunca. Sin embargo, como sucede con muchas innovaciones, esta aceleración introduce nuevos conceptos, ventajas y reveses interesantes.
El auge de la arquitectura «instagrameable» y viral: ¿Qué la define?
En un mundo de conexión inmediata, surgieron los conceptos de «instagrameable» y «diseño amigable con las redes sociales», que se refieren a la arquitectura creada para audiencias digitales—no solo para ser vivida, sino también para ser compartida en redes sociales. Estos espacios priorizan (casi en su totalidad), el impacto visual, lo fotogénico y la capacidad de generar reacciones instantáneas e interacciones en plataformas como Instagram y TikTok. Este fenómeno resalta cómo las plataformas digitales moldean las tendencias arquitectónicas e influyen en la manera en que conceptualizamos y nos relacionamos con los espacios. La arquitectura está evolucionando junto con las tendencias digitales—no porque su propósito fundamental haya cambiado, sino porque el medio exige un enfoque diferente para la comunicación e influye en las decisiones de diseño. Hoy en día, la imagen que proyectamos es tan relevante como su función, con el propósito siguiendo al post.
El resultado «exitoso» de este proceso es la viralidad, que ocurre cuando algo se difunde rápidamente y de manera extensa, alcanzando una audiencia mucho mayor de la anticipada. Aunque no existe una fórmula establecida para lograrla, los factores que se conocen como impulsores de la viralidad incluyen la relevancia, la originalidad, la alineación con las tendencias y la facilidad de consumo. Sin embargo, aquí es donde se complica: al centrarnos excesivamente en la viralidad e imitar los resultados de proyectos que la lograron, corremos el riesgo de introducir sesgos en las decisiones de diseño y selección de materiales.
Selección de materiales en arquitectura: riesgos de la homogenización impulsada por las tendencias
Discutir sobre los materiales se convierte en un paso natural cuando un proyecto se enfoca en la estética. Después de todo, ningún diseño puede tomar forma sin la materialidad que lo define. Sin embargo, surge un dilema importante: ¿cuántas opciones están disponibles? La respuesta corta es «innumerables», pero el asunto es más complejo. En un mundo caracterizado por la interconexión global, la posibilidad de obtener productos desde el otro lado del planeta se ha normalizado, permitiendo que prácticamente todos tengan acceso a los mismos recursos. Este alcance ha dado lugar a una diversidad sin precedentes—implicando costos significativos en términos de sostenibilidad—lo cual, en teoría, amplía las posibilidades creativas.
Hoy en día, un material no solo cumple una función compositiva, sino que también aporta cierta unicidad, alcanzando una relevancia comparable a la de los productos de moda. Desde calzado deportivo hasta dispositivos electrónicos, ciertos objetos son símbolos de lo contemporáneo. Este fenómeno tiene su paralelo en el diseño, donde colores, formas, texturas y elementos específicos de mobiliario se consolidan como medios para adoptar la estética de la arquitectura viral. Sin embargo, al centrarnos en un conjunto limitado de opciones, ¿está el acceso global a los materiales impulsando la homogenización del diseño? Abandonar enfoques que se enfocan en las necesidades reales de los proyectos podría, inevitablemente, llevar a resultados a corto plazo.
¿Se ha convertido ya la viralidad en una necesidad? El desafío no consiste únicamente en seleccionar el material adecuado por sus propiedades técnicas, sino en aprovechar las casi infinitas posibilidades a nuestra disposición para crear algo que trascienda la próxima tendencia. Los posibles futuros de la arquitectura en la era de las redes sociales implican equilibrar la innovación con un diseño atemporal, asegurando que las nuevas tendencias no opaquen la integridad a largo plazo del entorno construido.
Las tendencias de diseño impulsadas por la viralidad están moldeadas por las influencias generacionales que afectan los estímulos que encontramos en las redes sociales. Estas plataformas reflejan diversas concepciones del mundo, modeladas por las características y valores de cada generación. Al analizar las tendencias que surgen en nuestros feeds, se pueden distinguir dos espectros principales: por un lado, los millennials, y por otro, la generación Z, que en los últimos años ha superado en número a la primera.
La generación Z generalmente se inclina hacia elementos coloridos, formas orgánicas y texturas llamativas—cualidades que se reflejan claramente en el diseño de productos y la moda. En el entorno construido, especialmente en los interiores, este fenómeno se traduce en un renovado interés por el maximalismo, donde el mensaje es claro: «Menos es aburrido», en contraste con el minimalismo que definió a las generaciones anteriores.
Aunque persiste una estética minimalista que responde a las preferencias de los millennials, muchos espacios han empezado a incorporar elementos cromáticos más sutiles, a menudo en tonos pastel. Este «minimalismo tardío» parece ser un intento de adaptarse a las tendencias emergentes, incluso con una resistencia inconsciente a las estéticas más audaces y vibrantes preferidas por las generaciones más jóvenes. Será interesante observar cómo evolucionan ambos espectros, moldeados por las transiciones generacionales y las tendencias que traen consigo. Sin embargo, en contra de la creencia popular en el diseño, ninguno de los dos está aquí para quedarse. Solo el tiempo revelará su evolución, allanando el camino para la próxima generación Beta y las posibilidades que traerán.
Estamos en una transición en la que el metaverso, la arquitectura impulsada por inteligencia artificial y los análisis de datos están moldeando los diseños del futuro. En un mundo donde las plataformas en línea proporcionan constantemente datos sobre las preferencias de los usuarios, los arquitectos podrían adoptar un enfoque más basado en métricas para el diseño de edificios. Esto implica tener en cuenta no solo la demografía de los usuarios, sino también la actividad en redes sociales: qué tipos de espacios se comparten con mayor frecuencia, cómo las personas interactúan con esos entornos y qué elementos visuales resuenan con las audiencias digitales. La opinión pública y las audiencias digitales podrían convertirse en un factor determinante en el diseño de edificios o espacios. ¿Serán los arquitectos capaces de diseñar estructuras atemporales que equilibren las tendencias de las redes sociales y la funcionalidad?
En el sentido opuesto, existe la posibilidad de que todo esto se estabilice, tal como ocurrió con otras tecnologías e innovaciones cuando alcanzaron su pico. O, ¿por qué no? Surgirán contra-narrativas que generarán una nueva era de innovación, alejando el enfoque de las influencias de las redes sociales y devolviendo la mirada a los estilos arquitectónicos regionales, los recursos locales y los procesos manuales. Tal vez lo que se perfeccionó a lo largo de los siglos recupere protagonismo sobre lo que fue diseñado para captar nuestra atención solo por unos segundos. No es necesario anticipar nada —aún—, sino mantenerse abierto al entorno siempre dinámico de la arquitectura.
