Europa del Este y del Sur está soportando una ola de calor severa, con temperaturas que alcanzan más de 40 grados Celsius en muchos países, incluyendo Grecia, Croacia, Macedonia y Rumania. Impulsada por el aire caliente del norte de África, esta ola de calor prolongada ha generado amenazas significativas para los residentes y ha sobrecargado los mecanismos de protección y mitigación climática de las ciudades. A medida que las olas de calor exponen las vulnerabilidades de las infraestructuras urbanas, las ciudades de Europa están trabajando para implementar medidas que aborden estos desafíos.
Infraestructuras fallidas
Las condiciones climáticas extremas ponen a prueba las infraestructuras, llevando a fallos que, a su vez, ponen a más personas en riesgo. A medida que países como Rumania, Serbia, Croacia y otros en la península de los Balcanes enfrentaron temperaturas récord durante períodos prolongados, los residentes consumieron cantidades récord de electricidad al encender sus unidades de aire acondicionado. Esto ha causado grandes cortes de energía, empeorados por el sobrecalentamiento de componentes de la red como líneas de transmisión y transformadores. De esta manera, también se producen interrupciones económicas, disturbios sociales y posibles fatalidades.
Más allá de la infraestructura eléctrica, otros sistemas también están bajo presión, ya que las carreteras, ferrocarriles y pistas de aterrizaje pueden quedar fuera de servicio. En Hungría, las altas temperaturas récord han deformado una pista de aterrizaje de aeropuerto, mientras que en Rumania, el tráfico ferroviario ha sufrido, ya que los trenes se vieron limitados a 20-30 kilómetros por hora debido a las altas temperaturas en la vía, generando retrasos que obligan a las personas a quedarse en estaciones sobrecalentadas durante períodos inesperadamente largos. Los pavimentos blandos también pueden interrumpir el tráfico automovilístico, mientras que los autobuses y tranvías antiguos que no cuentan con una ventilación y aire acondicionado adecuados representan una amenaza para los viajeros.
Medidas de protección temporales
En la medida que Grecia reportó temperaturas superiores a 40 grados durante 11 días seguidos, las autoridades han implementado medidas para proteger tanto a turistas como residentes. Entre ellas, el Partenón, la atracción más visitada del país, ha cerrado durante las horas más calurosas del día, y se han suspendido trabajos de construcción al aire libre y delivery de comidas. Existen más medidas disponibles para las ciudades, como la instalación de refugios climáticos temporales donde los residentes pueden refugiarse y buscar ayuda, siguiendo el ejemplo de Barcelona, u ofrecer aplicaciones que informen a los ciudadanos de las áreas de la ciudad más afectadas por el calor, como el proyecto OASIS de París se esfuerza por hacer.
Inversiones a largo plazo
Además de las medidas temporales que pueden ayudar a mitigar algunas de las amenazas del calor urbano, se necesitan inversiones a largo plazo para prepararse para los riesgos del cambio climático. La primera Evaluación de Riesgos Climáticos Europea de la Agencia Europea de Medio Ambiente destaca que Europa se está calentando el doble de rápido que el promedio mundial, con el clima extremo potencialmente amenazando la salud, seguridad, energía, seguridad alimentaria, ecosistemas, infraestructura, recursos hídricos y estabilidad financiera. Si bien no es la única medida, las ciudades tienen un papel que desempeñar en la estrategia de mitigación, como lo demuestran las iniciativas en París, Atenas y Barcelona. Europa del Este todavía tiene deficiencias que podrían aumentar estos riesgos. La ciudad de Belgrado, Serbia, es un ejemplo. Con solo un 2,83% de áreas verdes en el centro urbano, la ciudad ya registró temperaturas 7 grados más altas en comparación con sus territorios suburbanos, ya que proyectos de construcción a gran escala han contribuido a empeorar los efectos de la ola de calor.
La seguridad de las vías navegables urbanas
En tiempos de clima extremo, las vías fluviales urbanas pueden proporcionar algo de alivio siempre que no representen amenazas adicionales para la salud y la seguridad pública. Si se hacen accesibles y seguras, los ríos, lagos y frentes marítimos de las ciudades pueden ofrecer una oportunidad para la reunión comunitaria, la natación y el juego sin altos costos para los residentes, convirtiéndolos en un recurso importante frente a los esfuerzos para mitigar los efectos del calor urbano. Sin embargo, la intensa urbanización ha amenazado la calidad de las aguas, pero en toda Europa, las ciudades han trabajado para limpiar sus vías fluviales. Un informe reciente de la Agencia Europea de Medio Ambiente muestra que la mayoría de los sitios de baño en Europa son seguros, con el 85% de las aguas de baño populares de Europa cumpliendo con los estándares de calidad «excelente» y solo el 1,5% calificado como deficiente. Aun así, el cambio climático plantea nuevas amenazas incluso en este aspecto, ya que Croacia registró temperaturas récord del agua en el Mar Adriático alcanzando los 30 grados Celsius (86 grados Fahrenheit) en la ciudad de Dubrovnik.