El término retrofit, a diferencia de la rehabilitación o de la restauración, ha sido adoptado por el mercado para abordar las obras de actualización tecnológica en los edificios existentes. Se trata de proyectos cuyo enfoque reside en la adecuación de las construcciones a las normativas técnicas locales, así como en las adaptaciones para hacer los espacios más funcionales y sostenibles, respondiendo a las demandas actuales.
Reconocido como una práctica esencial en la arquitectura contemporánea, el retrofit ha ganado protagonismo al combinar los beneficios de la revitalización de edificios existentes —sin la necesidad de demolición— con diversas ventajas económicas y sociales. Este enfoque se ha consolidado en el campo arquitectónico, tanto a través de ejemplos icónicos como por iniciativas públicas y privadas.
En este contexto, al igual que otras grandes metrópolis, la ciudad brasileña de São Paulo está invirtiendo en la actualización de sus edificios antiguos y/o abandonados. Para combatir el «vaciamiento» del centro histórico, el gobierno paulista ha implementado, desde hace algunos años, diversas acciones para estimular proyectos de este tipo en la región central. Estas medidas incluyen exenciones fiscales, inyección de fondos públicos, entre otros incentivos. A pesar de las contradicciones, estas iniciativas de retrofit han llevado a São Paulo a convertirse en un escenario de proyectos reconocidos mundialmente, que equilibran las características arquitectónicas existentes con innovación y sostenibilidad.
Entre los proyectos más notables, el Edificio Renata se destaca tanto a nivel nacional como internacional. El proyecto, desarrollado por la oficina METRO, recibió el premio The Monocle Design Awards en la categoría “Mejor Retrofit” – siendo el único brasileño en la lista. Se trata de la reforma de un edificio ícono de São Paulo, originalmente diseñado por el arquitecto Oswaldo Bratke en 1956 y que, junto a postales como el Copan, integra un grupo de seis edificios catalogados en 2012 de la llamada “São Paulo Moderna”. El edificio presenta soluciones constructivas innovadoras en comparación con obras anteriores de su arquitecto original, como la predominancia del concreto aparente, el programa distribuido en dos grandes volúmenes y el uso expresivo de los cobogós del piso al techo en las fachadas. La recalificación tuvo como objetivo transformar el edificio, antes destinado al uso comercial, en residencial. Su función comercial, que ya mostraba señales de obsolescencia antes de la pandemia de COVID-19, se vio aún más comprometida tras la crisis sanitaria, lo que resultó en un aumento significativo de la vacante de sus espacios comerciales.
Como un desafío predominante en los proyectos de retrofit de edificios históricos, el respeto por los elementos arquitectónicos existentes puede verse en el Edificio Renata, ya que la única intervención propuesta para la fachada se centró en corregir un problema antiguo y conocido. Entre los elementos huecos y los marcos originales, un espacio residual e inaccesible se volvía propicio para la acumulación de suciedad y formación de palomares. Como solución, el proyecto propone la retirada parcial de los marcos existentes y la instalación de una nueva línea de marcos, compuestos por puertas corredizas y retiradas en relación a los marcos originales, ahora sin sellado. Esta alteración crea balcones para las unidades y permite el acceso hasta el principal elemento del edificio, los cobogós.
Además del Edificio Renata, otro ejemplo interesante en la ciudad de São Paulo es Retrofit Brigadeiro, que se destaca por su diseño innovador y funcional. La necesidad de actualizar el estándar estético del edificio existente, sumada a la intención de mejorar la calidad de luz natural y a la preocupación por el control de ruidos generados por el intenso paso de automóviles en la avenida, guiaron la elección del Profilit®️ como opción para esta remodelación. La doble capa de vidrio en “U” ayuda en el aspecto termo-acústico y también sirve como un filtro de privacidad para las actividades internas. Aún así, a lo largo de los 11 metros de la fachada frontal, cada uno de los pisos tendrá un balcón y una ventana de piso a techo.
Proyectos como estos muestran que, a pesar de parecer una intervención simple, el retrofit resulta un proceso complejo que involucra muchos desafíos. Uno de los principales obstáculos es la necesidad de lidiar con una infraestructura existente y todas sus limitaciones estructurales, además de destacar el delicado equilibrio entre preservación y modernización, requiriendo soluciones creativas para actualizar el edificio sin comprometer sus características originales. Por último, al igual que cualquier reforma o restauración, la práctica de retrofit necesita lidiar con imprevistos que pueden aumentar el tiempo y el costo de la obra.
No obstante, los proyectos que superan estos desafíos generan innumerables beneficios que van más allá de los propios edificios. El retrofit tiene el potencial de revitalizar barrios y comunidades, promoviendo la recalificación urbana, el desarrollo económico local y el fortalecimiento del sentido de pertenencia. La renovación de edificios antiguos y abandonados no solo preserva la historia, sino que también crea espacios de calidad, que ofrecen mayor confort, mejoran la calidad de vida e impulsan el desarrollo sostenible de las ciudades.