- La nueva norma europea prohíbe las ayudas a la instalación de calderas de gas para desincentivar el uso de tecnologías contaminantes
- Las bombas de calor son cuatro veces más eficiente que la caldera de gas más avanzada
La Directiva Europea sobre eficiencia energética aprobada a mediados de septiembre por el Parlamento y el Consejo da un paso más hacia la consecución de los objetivos climáticos de la Unión Europea y supondrá un cambio de paradigma en los sistemas de calefacción del continente. Aunque los ciudadanos seguirán teniendo libertad para optar entre las diferentes tecnologías, en el camino hacia la transición energética, algunas quedarán obsoletas.
La nueva norma europea —de obligada transposición para todos los países del bloque en un período máximo de dos años— prohíbe las ayudas a la instalación de las calderas de gas en una suerte de intento por desincentivar el uso de tecnologías contaminantes y de promover soluciones más limpias y eficientes tanto desde el punto de vista energético como medioambiental: las bombas de calor.
A diferencia de las calderas que calientan el agua sanitaria y la calefacción empleando como combustible el gas —importado de países árabes y cuyo precio viene determinado por los diferentes conflictos y tensiones geopolíticas—, las bombas de calor utilizan solo electricidad, permitiendo un mayor uso de fuentes renovables. Funcionan aprovechando el calor del aire, el agua o el suelo para calentar o enfriar un espacio. Esto significa que requieren una cantidad relativamente pequeña de energía, lo que las convierte en una alternativa mucho más sostenible frente a los sistemas tradicionales.
«Las bombas de calor son importantes de cara a la descarbonización del suministro de calefacción y refrigeración, también en el sistema urbano de calefacción», defiende la directiva europea.
Estos sistemas están llamados a ser la solución tecnológica universal para cubrir las necesidades de calefacción. Ya se están instalando en la gran mayoría de nuevas promociones de vivienda y no solo porque cuenten con una huella de carbono muy inferior a las calderas de gas actuales.
Aunque algunas fuentes del sector han argumentado que esta tecnología es mucho más costosa y compleja de instalar y no es accesible para las rentas bajas, la realidad es el rendimiento energético de la aerotermia es mucho más alto que el de una caldera de gas, con un ahorro significativo a largo plazo en términos tanto económicos como energéticos que revierte la inversión.
Cuatro veces más eficientes
Según asegura Foro Mercado Libre, la aerotermia es cuatro veces más eficiente que la caldera de gas más avanzada. «El rendimiento energético se mide por su SCOP (seasonal coefficient of performance, por sus siglas en inglés) y en el caso de las bombas de calor este coeficiente es de 4, es decir, que es capaz de suministrar 4 KWh términos por cada KWh consumido. Sin embargo, en las calderas de gas esta relación es prácticamente de 1 a 1 porque su SCOP es de 1,09″, explica el Foro.
De hecho, en la actual coyuntura, el 80% de las promociones de vivienda han dejado de incorporar el gas. Todo es eléctrico, desde la vitrocerámica y el agua caliente, hasta el sistema de calefacción. La mayoría se corresponde con edificaciones de gama media o alta, porque los sistemas más eficientes implican una mayor certificación energética que revierte en el valor de los inmuebles.
Por el contrario, en el 20% restante —fundamentalmente promociones de gama baja— siguen colocando calderas de gas, con el consiguiente desembolso a las empresas distribuidoras gasistas, que siguen cobrando por cada nuevo punto de acceso a la red de acuerdo con la regulación que se estableció para gasificar el país, cuando las prioridades energéticas distaban de las actuales.
Ahorro de las bombas de calor
También varios organismos internacionales avalan las bombas de calor. La Agencia Internacional de la Energía estima que Europa necesitaría invertir 160.000 millones de euros anuales hasta 2030 para cumplir con los objetivos medioambientales y asegura que la inversión se compensará con los ahorros en combustible derivados de la sustitución. Según sus cálculos, el uso de bombas de calor reduciría la demanda de gas en Europa hasta 7.000 millones de metros cúbicos en 2025.
En concreto, el organismo calcula que los hogares europeos que opten por las bombas de calor podrán ahorrar en su factura hasta 900 dólares al año (unos 855 euros al cambio actual) y anima a las autoridades a facilitar la transición a las rentas más bajas. «Con el apoyo adecuado para que los hogares más pobres puedan hacer frente a los costes iniciales, las bombas de calor pueden abordar de manera significativa la pobreza energética, con un ahorro en la factura energética en los hogares de bajos ingresos que oscila entre el 2% y el 6% de sus ingresos familiares después de dejar de utilizar una caldera de gas natural», indica.
El recurso económico de los estados es limitado y tiene que concentrarse en medidas tecnológicas de descarbonización directa que ya existen y no en soluciones contaminantes intermedias que alimentan el círculo vicioso. No sustituir calderas fósiles por electricidad implica que las calderas nuevas sigan emitiendo CO2 durante años y obligará a otros sectores a seguir incrementando sus esfuerzos para compensar sus emisiones y los objetivos de renovables, algo que se puede evitar.
En un momento en el que el compromiso contra el cambio climático y la sostenibilidad de las economías es inequívoco, la necesidad de una transición energética, rápida, eficiente y económica se ha convertido en una obligación para las economías avanzadas.
Producido por EcoBrands.