Durante décadas, el edificio de la Química Suiza fue un ícono de la arquitectura moderna en Lima. Ubicado en una zona estratégica de La Victoria y visible desde la Vía Expresa, representó un hito de eficiencia y diseño funcional en la ciudad. Concebido en los años 60, reflejaba el espíritu corporativo de una Lima que apostaba por la modernización industrial y urbanística. Su diseño sobrio, racional y práctico marcó una época en el paisaje urbano limeño.
Hoy, más de medio siglo después, este edificio deja de ser un símbolo del pasado para convertirse en el punto de partida de una transformación inmobiliaria sin precedentes. En el mismo terreno se proyecta la construcción de una nueva torre de 150 metros de altura, que se convertirá en el rascacielos más alto del Perú. El cambio no solo implica una renovación física, sino una nueva visión urbana que apunta a redefinir el concepto de vivienda vertical en la capital.
El terreno, de 4,700 metros cuadrados, pertenecía anteriormente a Química Suiza, pero ha sido adquirido por una empresa inmobiliaria especializada en grandes desarrollos residenciales. La nueva propuesta contempla una torre de 45 pisos con 1,750 departamentos distribuidos en tres fases de construcción. Aunque el proyecto aún no tiene un nombre oficial, se prevé que su comercialización comience en agosto de este año, y ya ha generado gran interés entre jóvenes profesionales e inversionistas que buscan vivir cerca de los principales centros financieros de Lima.

El edificio original de Química Suiza fue diseñado por el estudio Arana–Orrego–Torres (AOT), uno de los más influyentes en la arquitectura moderna peruana. Su estructura de cinco pisos, con un diseño rectangular, núcleo central, ventanas horizontales y parasoles de aluminio, era un reflejo claro del Movimiento Moderno. Alojaba tanto oficinas como un laboratorio IBM, lo que lo convirtió en un símbolo del progreso tecnológico empresarial de su época. A pesar de su relevancia arquitectónica, nunca fue declarado patrimonio, lo que facilitó su demolición.

Está previsto que los trabajos de demolición comiencen entre junio y julio de este año. Con ello, se cerrará un importante capítulo de la arquitectura corporativa limeña. El nuevo proyecto se levantará frente a la icónica Torre Interbank, en una zona de alta visibilidad urbana, lo que permitirá observar su evolución desde distintos puntos de la ciudad. El contraste entre el pasado racionalista y el nuevo enfoque vertical marcará un punto de inflexión en el desarrollo urbano de Lima.
Una vez finalizada, la nueva torre superará en altura a los actuales rascacielos del país, como el Banco de la Nación (140 m) y la Torre BBVA (137 m). Además de su imponente altura, el proyecto se caracteriza por un enfoque urbano que busca responder a la creciente demanda de vivienda en zonas céntricas, con buena conectividad y cercanía a servicios. Se trata de una propuesta que combina densidad, diseño y funcionalidad en un entorno altamente competitivo.
Los departamentos estarán dirigidos a un público joven y urbano, interesado en un estilo de vida vertical que prioriza la proximidad a centros laborales, vías de transporte y servicios. Esta tendencia responde a los desafíos de crecimiento en una ciudad donde la expansión horizontal es limitada, y donde cada vez más personas apuestan por vivir en altura como parte de una nueva forma de habitar la ciudad.