La arquitectura moderna y futurista del África subsahariana refleja las aspiraciones y el espíritu progresista que dominaron el inicio de la independencia de muchos países de esta región entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. Una producción que, al coincidir con el crecimiento económico, utilizó métodos de construcción complejos en una arquitectura que fusionaba el interior y el exterior (gracias al clima tropical) centrándose en la forma y la expresión de la materialidad. En esta fusión de condiciones específicas surgieron piezas arquitectónicas de valor único que necesitan ser “redescubiertas”, incluido el Centro Internacional de Convenciones Kenyatta (KICC) construido en Nairobi, Kenia.
En medio del clima de libertad, el arte y la arquitectura del África subsahariana se vieron contaminados por la necesidad de expresar la identidad nacional. Estos países se convirtieron entonces en enormes obras de construcción con la edificación de bancos, estadios, universidades, monumentos conmemorativos de la independencia y centros de conferencias. Un boom arquitectónico que marca la historia nacional con construcciones audaces al mismo tiempo que materializa dilemas del proceso independentista, al fin y al cabo, ¿en qué medida fueron grandes proyectos modernistas que impulsaron al país u obras de vanidad dictadas por políticas autoritarias?
El diseño de KICC fue encargado por el primer presidente de Kenia, Jomo Kenyatta, alrededor de 1962, cuando entró en contacto con el arquitecto noruego Karl Henrik Nøstvik y el arquitecto keniano David Mutiso. Nøstvik había sido enviado a Kenia como parte de un paquete de ayuda noruego y resultó atractivo porque provenía de un país sin un oscuro pasado colonialista. Como se verá más adelante, fue el responsable de introducir en el proyecto el dominio del hormigón expresivo y la escultura ligera, características afortunadamente liberadas de las engorrosas necesidades de las ventanas y el aislamiento térmico del norte de Europa. Sin embargo, a pesar de la presencia de Mutiso en el proyecto, la elección de un arquitecto noruego suscita un debate sobre la autenticidad de una nueva identidad nacional generada a través de la arquitectura extranjera.
A raíz de las polémicas, es importante mencionar que la idea del presidente era crear una nueva y lujosa sede para su partido, Kanu (Unión Nacional Africana de Kenia) de cuatro pisos. Sin embargo, a medida que se desarrollaron las reuniones de diseño, los arquitectos se dieron cuenta de que el presidente quería crear más que una simple sede: había imaginado un edificio histórico que representaría la independencia y capturaría el núcleo de la civilización africana. Además, otro factor fue crucial para su aumento de tamaño.
A mitad del proceso de diseño, el Banco Mundial decidió que Nairobi sería la sede de su reunión anual de 1973 y se eligió KICC como lugar, lo que obligó a un crecimiento acelerado y cambió las necesidades del programa. Como resultado, la modesta sede de cuatro pisos casi triplicó su altura, transformándose en un rascacielos de 32 niveles, al mismo tiempo que se agregó un llamativo auditorio en forma de flor, formalmente reflejado en la parte superior de la torre que contendría un restaurante giratorio, todo ello conectado por amplias zonas exteriores ajardinadas con la escultura del fundador.
La construcción se inició en 1967 y finalizó en 1973, dividiéndose en tres fases: la base, la torre y el auditorio. Los espacios previstos incluían oficinas gubernamentales en la torre, un anfiteatro para 800 personas, que ha sido un lugar popular para reuniones internacionales, una sala de plenos para 4.000 personas y salas de conferencias de diferentes tamaños. También se dispuso de tres niveles de estacionamiento subterráneo, además de un área exterior con capacidad total para 1.000 automóviles. En su azotea, como se ha comentado anteriormente, existió hasta principios de los años 90 un restaurante giratorio motorizado que completaba un giro de 360 grados en 76 minutos y ofrecía diferentes ángulos de visión de la ciudad. Se supone que uno de los motivos de su desactivación fue las molestias provocadas por la constante circulación de visitantes en el edificio de gobierno.
Alta y orgullosa, la torre que domina Nairobi se ha convertido en uno de los hitos más importantes del país y también de la historia de la arquitectura, y encarna una combinación única de tradición y modernidad. La estructura de hormigón visto, sin ningún tipo de pulido, aporta innovación tecnológica, dando como resultado una forma global sólida y platónica. Los cuboides, utilizados en el anfiteatro y la torre, dan forma al diseño arquitectónico y hacen referencia a las casas cónicas tradicionales de la mayoría de las culturas de Kenia. La tradición también se expresa a través de las fachadas texturizadas de color terracota que rinden homenaje a la arquitectura vernácula del país. En cuanto a acabados destacan los elaborados revestimientos de madera, posiblemente de influencia nórdica.
En esta convergencia de culturas y acciones, muchas controversias rodean el origen de su diseño, atribuyéndole la analogía orgánica de la flor de loto mientras se establecen paralelos con su forma fálica. De cualquier manera, son controversias que añaden profundidad a su narrativa, enfatizando la intrincada interacción entre el simbolismo y la interpretación artística de un hito arquitectónico.
Al igual que el KICC, otros proyectos avalan la efervescencia arquitectónica que se estaba produciendo en África en ese momento, y cabe mencionar –entre muchos– la Foire Internationale de Dakar, o FIDAK, un gran centro de exposiciones construido en la capital de Senegal en 1975 para albergar la feria de comercio internacional del país. El misterioso complejo, que parece materializar lo que podría haber pasado si los mayas hubieran descubierto el hormigón armado, fue diseñado por los franceses Jean-François Lamoureux y Jean-Louis Marin y, como la mayoría de estos proyectos, a pesar de su llamativa arquitectura, es poco conocido mundialmente.
Como una invitación a presenciar la belleza y las posibilidades del país, el Centro Internacional de Conferencias Kenyatta (KICC) se suma a arquitecturas icónicas que inmortalizan este período tan importante para las naciones africanas. A pesar de reconocer las intenciones autoritarias de las obras y la mezcla de influencias, no se puede negar que representan la libertad y el optimismo arquitectónico/social de una región que aún apreciaba la salida de las potencias colonizadoras y construía una imagen audaz, imaginativa y poco convencional del África modernista.