Entre el 25 de septiembre y el 5 de octubre de 2025 se desarrolló en Santiago la XXIII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile. Bajo el título “DOBLE EXPOSICIÓN: (re)programar · (re)adaptar · (re)construir”, el evento se organizó en torno a la propuesta de “entender la arquitectura no como producción de lo nuevo, sino como capacidad de reactivar lo existente”. Es en base a esta premisa que el equipo curatorial, compuesto por Ángela Carvajal y Sebastián López (Anagramma Arquitectes) junto a Óscar Aceves, concibió un circuito de ocho sedes ubicadas en el centro de la capital chilena. El objetivo fue reactivar y recuperar espacios por medio de actividades gratuitas a las que asistieron alrededor de 70.000 visitantes. Entre los espacios recuperados destaca la ruina de la Iglesia San Francisco de Borja, quemada durante la revuelta social en octubre de 2019, donde se construyó un pabellón que sirvió como sede temporal de conversatorios, lecturas, instalaciones artísticas, charlas, mesas de discusión y actividades comunitarias.

La Iglesia de San Francisco de Borja fue construida en 1876 como parte de un complejo hospitalario y entregada a Carabineros de Chile durante la dictadura militar, en 1976. El edificio fue incendiado el 3 de enero de 2020, quemándose la nave principal de la iglesia, la sacristía, las oficinas y la casa parroquial. Muros y arcos de estilo neogótico permanecieron como ruina, dentro de la cual se construyó el Pabellón Doble Exposición que funcionó como una de las sedes principales de la Bienal de Arquitectura chilena. El equipo curatorial encargó la estructura al equipo del arquitecto Iván Bravo, que diseñó un pabellón metálico ligero y desmontable, construido por el equipo del constructor René Leiva Vejar en lo que era el interior del edificio quemado. Durante los once días de la Bienal, el recinto de la antigua Iglesia se abrió al público por primera vez desde 2019 para servir como espacio de exhibición y conversación. Desde la perspectiva del equipo curatorial, la operación “no buscó reconstruir ni cubrir, sino hacer visible: mostrar cómo la arquitectura puede actuar sobre la materia dañada, no para restaurarla, sino para reactivar su potencia latente”.


Nos interesaba que la Bienal no se concentrara en un solo edificio, sino que tejiera un circuito vivo, que conectara lugares, memorias y comunidades en torno al eje central de la ciudad. Era una manera de entender la curaduría como una forma de activación urbana”, señala Óscar Aceves, quien subraya que “lo que ocurrió en el espacio público fue tan importante como lo que ocurrió dentro de las exposiciones.
El Pabellón fue uno de los ocho hitos que formaron el circuito de reactivación y recuperación de la Bienal. El programa del evento incluyó más de 100 actividades gratuitas en una red de activaciones en torno al eje vial Alameda-Providencia en Santiago: el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), el Colegio de Arquitectos de Chile, CEINA, el Parque San Borja, la Parroquia de la Veracruz, la Galería Barco, el Edificio El Cuervo, además de la que fuera la Iglesia San Francisco de Borja, donde se instaló el Pabellón Doble Exposición. El concepto de doble exposición, tomado de la técnica fotográfica, fue reinterpretado como una estrategia de proyecto: superponer tiempos, materiales y significados para revelar otras formas de construir. A través de la elección de locaciones, el equipo curatorial se planteó cuestionar el hábito de demoler o preservar sin criterio y proponer una tercera vía: intervenir, adaptar, continuar con estructuras preexistentes. Esto no tanto con el objetivo de honrar la herencia de las estructuras sino más bien de ofrecer alternativas para el futuro.

Intervenir estructuras deterioradas no es un gesto nostálgico, sino una forma de anticipar otras maneras de habitar, resistir y proyectar”, explica Ángela Carvajal, destacando que la curaduría buscó “entender la arquitectura no como un gesto de sustitución, sino de escucha hacia lo que ya existe, hacia aquello que aún puede transformarse.

La Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile es organizada por el Colegio de Arquitectos en colaboración con el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (MINCAP). Otros eventos alrededor del mundo se han dedicado a subrayar la importancia de las preexistencias y distintos conceptos de patrimonio. La oficina de Jean Nouvel recientemente se dedicó a rediseñar el interior de un edificio haussmanniano en el centro de París para la Fondation Cartier, que se inaugura a fines de esta semana con una exhibición retrospectiva. La primera edición de la Bienal de Bujará se inauguró el 5 de septiembre de este año en sitios recientemente restaurados, incluyendo madrazas, caravasares y mezquitas, todos parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El mismo evento también cuenta con una estructura desmontable: el diseño modular de una musalla por East Architecture Studio, ganador del Premio AlMusalla en la Bienal de Arte Islámico 2025. Mientras tanto, la Bienal de Arquitectura de Copenhague se inauguró con un llamado a la desaceleración y durante la 18a Bienal de Istanbul se exploraron la autopreservación e ideas de futuro desde la disciplina.






