El Día Mundial de la Arquitectura, celebrado el pasado 06 de octubre, es una oportunidad clave para reflexionar sobre su impacto real en la sociedad. La arquitectura va más allá de construir edificaciones; tiene el poder de construir bienestar y mitigar los «costos invisibles» de la vida urbana, como el tiempo de transporte o el estrés. En América Latina, hemos normalizado el caos y la falta de planificación, pero esta tolerancia tiene un precio muy alto para la economía y sobre todo la salud mental de sus habitantes.
La congestión, la informalidad comercial y la infraestructura deficiente son la manifestación visible de una falta de diseño urbano, fallido. En términos económicos, el costo es abrumador: el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que las pérdidas de productividad por la congestión en las grandes ciudades de la región pueden alcanzar hasta un 4% del Producto Bruto Interno (PBI). El impacto psicológico no se queda atrás: una investigación de la Universidad de Harvard revela que el estrés crónico generado por el ruido, el hacinamiento y la contaminación eleva la incidencia de trastornos de ansiedad hasta en un 25% en áreas metropolitanas densas.
“La arquitectura de impacto es la única solución estratégica a largo plazo. El caos urbano no es un fenómeno natural; es un enemigo silencioso que hemos tolerado. Los datos son contundentes: esta ‘comodidad’ de vivir en el desorden se traduce en una pesada carga económica y de salud pública.
Por lo tanto, la arquitectura como el urbanismo son herramientas estratégicas para ordenar la ciudad y revertir estos costos invisibles. Nuestra visión como universidad es transformar esa realidad: diseñar ciudades activando tres pilares; la formalidad, la seguridad y la salud emocional, asegurando que cada propuesta esté sólidamente respaldada por arquitectura de excelencia,» precisa José Ignacio Pacheco, decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de UCAL.
En esa línea, el experto de UCAL subraya que esta transformación urbana requiere de un cambio radical en la forma de planificar y propone cinco recomendaciones clave para que las ciudades puedan transformarse:
- Urbanismo ‘Walkable’ para la Productividad: Fomentar una ciudad que priorice la movilidad activa: peatón + bicicleta y micromovilidad. Reportes del BID sobre movilidad urbana demuestran que una mayor peatonalización puede incrementar el valor comercial de las zonas hasta en un 30%, potencia la renta del suelo y reduce los gastos en salud al promover la actividad física.
- Infraestructura de Resiliencia y Protección Económica: Diseñar pensando en el riesgo. Investigaciones del Banco Mundial sobre resiliencia urbana señalan que la inversión en infraestructura de seguridad y evacuación bien planificada puede reducir las pérdidas económicas por desastres en zonas de alto riesgo hasta en un 40%. Y la invaluable protección de vidas humanas
- Uso de Urbanismo Táctico como Catalizador de Formalidad: Aplicar soluciones de bajo costo y alto impacto para organizar el comercio. La ONU-Hábitat ha corroborado que el diseño inteligente en mercados o vías puede formalizar hasta un 20% del comercio informal en menos de un año. Al mismo tiempo que se despejan zonas de ambulantaje de la ciudad.
- Prototipado Urbano con IA para la Sostenibilidad: Integrar la tecnología desde la etapa de planificación. Según la consultora McKinsey & Company, la simulación y el prototipado urbano asistido por Inteligencia Artificial puede reducir los costos de planificación en un 15% y mejorar significativamente la precisión de los modelos de tráfico y sostenibilidad.
- Diseño Inclusivo para la Salud Mental: Priorizar los espacios verdes. Datos de urbanismo y salud del MIT indican que el acceso a parques bien diseñados puede reducir los niveles de cortisol (hormona del estrés) hasta en un 15%.