En las últimas décadas, Sudamérica se ha consolidado como un escenario de innovación arquitectónica, donde la construcción en altura se ha convertido en símbolo de desarrollo urbano y modernidad. Ciudades como Santiago, São Paulo y Balneário Camboriú han apostado por rascacielos que no solo transforman sus paisajes urbanos, sino que también incorporan tecnología, sostenibilidad y diseño de vanguardia.
Los tres edificios más altos de la región —la Gran Torre Santiago en Chile, y las torres del Yachthouse Residence Club y One Tower en Brasil— representan una nueva etapa en la arquitectura latinoamericana. Superando los 200 metros de altura, estas edificaciones combinan espacios residenciales, corporativos y turísticos, y se han convertido en íconos de sus respectivas ciudades por su impacto urbano y propuesta arquitectónica.
La Gran Torre Santiago, con 300 metros y 62 pisos, es actualmente el rascacielos más alto de Sudamérica. Ubicada en el distrito de Providencia, Santiago de Chile, forma parte del complejo Costanera Center y fue diseñada por el reconocido arquitecto César Pelli. Este edificio destaca por su elegante fachada de vidrio y sus tecnologías sostenibles, además de albergar el mirador Sky Costanera en sus pisos superiores, que ofrece vistas panorámicas de la capital chilena y la cordillera de los Andes.
En Brasil, el Yachthouse Residence Club sobresale con sus dos torres gemelas de 294.1 metros y 81 pisos, ubicadas en la ciudad costera de Balneário Camboriú. Estas edificaciones residenciales de lujo fueron construidas utilizando técnicas avanzadas de ingeniería estructural y albergan departamentos exclusivos valorados en millones de reales. En la misma ciudad se encuentra el One Tower, una torre de 290 metros y 84 pisos, que fue completada en 2022 y ofrece servicios de alto nivel y vistas privilegiadas al océano Atlántico.
En contraste, el edificio más alto de Perú, la Torre Banco de la Nación, ubicada en Lima, alcanza los 140 metros. Esta cifra, aunque significativa a nivel nacional, queda muy por debajo de los gigantes de Chile y Brasil. La comparación pone en evidencia la magnitud de la Gran Torre Santiago, que supera por 160 metros a su par peruano, consolidándose no solo como la más alta del continente, sino como un emblema del crecimiento vertical en la región.