12 marzo, 2025

Experimentación formal y material: lecciones clave de los pioneros del Movimiento Moderno en arquitectura

Experimentación formal y material lecciones clave de los pioneros del Movimiento Moderno en arquitectura

Guerras, descolonización, crisis económicas, movimientos civiles y revoluciones industriales y tecnológicas: el siglo XX fue un periodo de transformaciones radicales y de gran alcance. Estos cambios reconfiguraron las sociedades y redefinieron el modo en que las personas expresaban sus aspiraciones, con la arquitectura a la cabeza. Las máquinas y la industrialización prometieron progreso tecnológico y modernización, abogando por una ruptura tajante con los estilos ornamentados e históricamente arraigados del pasado y adoptando una visión centrada en la funcionalidad, la eficiencia y la innovación. Este cambio, encarnado en el movimiento moderno, introdujo nuevos conceptos, métodos y usos de materiales, todos moldeados a través de la experimentación.

Impulsado por la aceleración y la conectividad derivadas de la Revolución Industrial, el movimiento propició una ruptura generacional que alcanzó una convergencia global, generando disertaciones y enfoques que, por primera vez, se desarrollaron casi en paralelo en distintas partes del mundo. Surgió en Europa, pero pronto se expandió a otros continentes. Aunque sus principios básicos eran comunes, cada región formuló sus propios debates según la cultura local, el contexto y su sociedad.

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La arquitectura debe ser una expresión de nuestro tiempo, no un plagio de culturas pasadas. -Le Corbusier

Este proceso evidenció que, si bien la experimentación era inherente al movimiento moderno, las particularidades locales desempeñaron un papel determinante en su evolución, aportando nuevas oportunidades y retos que enriquecieron la transformación del movimiento. Figuras clave como Eileen Gray, Oscar Niemeyer, Emilio Duhart, Amancio Williams, Teodoro González de León y Balkrishna Doshi, entre otros, fueron fundamentales en este periodo. Muchos de ellos, estrechamente vinculados a Le Corbusier, intercambiaron ideas y perspectivas con él, configurando sus obras de manera que reflejaran los principios universales del movimiento moderno e integrando al mismo tiempo procesos, materiales y aprendizajes extraídos de sus contextos específicos y visiones personales.

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Forma, color, mobiliario, materiales y estructura como parte de un todo

Empezaremos hablando de Le Corbusier, quien, al igual que otras figuras que le sucedieron, empleó el acero, el concreto y el vidrio como materiales fundamentales en su obra. Más allá de su papel estructural o físico, estos materiales encarnaban la lógica de la construcción, convirtiéndose en medios para demostrar la eficacia mientras abordaban los cinco puntos de la arquitectura que él concebía. El acero, reservado principalmente para infraestructura, comenzó a dar forma a edificios de menor escala, aportando ligereza, grandes luces y estabilidad estructural.

Al eliminar las limitaciones estructurales, el concreto armado permitió crear formas innovadoras y fluidas. Al mismo tiempo, el vidrio, con su flexibilidad, complementaba el potencial técnico que ofrecían el concreto y el acero. Juntos, esta tríada se convirtió en el emblema de los principios básicos de la arquitectura moderna. No obstante, la calidad experiencial del espacio seguía siendo igual de importante. Este enfoque llevó al desarrollo de la teoría del color de Le Corbusier y al enfoque distintivo de Eileen Gray en la arquitectura modernista y el diseño de interiores en la Villa E1027, donde adoptó los principios contemporáneos a la vez que los reinterpretaba a través de su uso único del mobiliario y los materiales.

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Eileen Gray exploró el desarrollo de diversas estructuras de sillones y mesas utilizando acero inoxidable cromado, siendo la mesa auxiliar E1027 uno de sus diseños más famosos. Esta pieza logró una estética que hoy se considera clásica, pero que fue revolucionaria para su época. Su diseño destaca por el contraste entre las tonalidades de los muebles, los toques de madera que aportan calidez y la incorporación de textiles, como las alfombras, que enriquecen la experiencia sensorial de sus espacios. Esta integración de materiales reflejaba una visión en la que la arquitectura y el mobiliario, aunque influenciados por los principios maquinistas del movimiento moderno, se escalaban para adaptarse a la experiencia humana. Gray rompió con las convenciones, redefiniendo la relación entre diseño y habitabilidad al concebir espacios funcionales y emocionalmente resonantes.

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Una casa no es una máquina para vivir. Es la envoltura del hombre, su extensión, su liberación, su emanación espiritual. -Eileen Gray

Otra figura destacada que exploró los límites del movimiento moderno fue Oscar Niemeyer. El adoptó un enfoque más expresivo, en marcado contraste con la rigidez geométrica que definía a muchos de sus contemporáneos, incluido su compatriota Lucio Costa. Aunque el concreto armado se convirtió en su recurso más importante, supo utilizar su maleabilidad para crear formas que evocaban una estética más fluida y escultórica. Su enfoque, profundamente influido por una visión latinoamericana, pretendía «brasileñizar» el movimiento moderno, dotándolo de un carácter que dialogaba con la identidad cultural. A través de las curvas, expresaba la sinuosidad del paisaje y la naturaleza.

Uno de los aspectos más innovadores del proceso del arquitecto brasileño fue su estrecha colaboración con el ingeniero y poeta Joaquim Cardozo, que permitió calcular estructuras complejas con una notable precisión técnica, como la Catedral de Brasilia. Esta sinergia entre diseño arquitectónico e ingeniería dio lugar a métodos de construcción que cumplían una función estructural y exploraban el potencial del concreto armado para crear composiciones dinámicas. La lección clave que nos dejó Niemeyer es el equilibrio entre material, estructura y forma, que, junto con la identidad del edificio, se integran perfectamente en un proceso cohesivo.

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Mi trabajo no es ‘la forma sigue a la función’, sino ‘la forma sigue a la belleza’ o, mejor aún, ‘la forma sigue a lo femenino’. -Oscar Niemeyer

La comparación de los planteamientos de los tres arquitectos revela que las visiones de Gray y Niemeyer no eran contrarias a las ideas de Le Corbusier, sino una evolución del pensamiento arquitectónico. El enfoque funcional de Gray y la visión expresiva de Niemeyer ampliaron las posibilidades de los materiales y las formas arquitectónicas. Ambos crearon un lenguaje que concebía el edificio como un todo integrado, trascendiendo los límites del movimiento moderno «tradicional».

La integración climática, contextual y cultural como hilo «invisible» que define la identidad

El propio Le Corbusier reconoció en una ocasión, al referirse a los retos de construir Chandigarh, que tuvo que pactar con la naturaleza, considerando las condiciones climáticas extremas de la India, como el sol abrasador, la fuerza del monzón y los vientos cálidos de la región. ¿Qué mejor ejemplo del movimiento moderno e integración contextual que la India? ¿Y qué mejor referencia que Balkrishna Doshi? Aunque fue uno de los discípulos más destacados de Le Corbusier, Doshi desarrolló un lenguaje arquitectónico propio, adaptado a un país recién independizado pero con una profunda tradición cultural. Para él, la arquitectura no era un mero medio de construcción, sino una prolongación de la vida. Una clara manifestación de esta filosofía es su estudio, Sangath.

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En sus proyectos y estudio, la vegetación es esencial, conectando profundamente los edificios con su entorno. A diferencia de las primeras manifestaciones del movimiento moderno, que tendían a aislarse o a parecer ajenas al contexto natural, en la obra de Doshi los edificios se integran armoniosamente en el paisaje. En Sangath, la arquitectura se caracteriza por su horizontalidad, con cada edificio interconectado, evocando la forma de una cueva. Los espacios interiores, hundidos y protegidos por la arcilla, están resguardados del calor del sol por montículos de hierba y el mosaico de porcelana blanca reflectante que cubre cada bóveda.

Sangath destaca no solo por sus vínculos con la naturaleza, sino también por sus corredores y patios, espacios abiertos que sirven como zonas de reunión, y por la integración de la arquitectura con la vida comunal de la cultura india. Aunque el movimiento moderno se asoció históricamente con la tecnología y el progreso, para Doshi el verdadero avance no podía lograrse sin un profundo arraigo cultural y el uso de materiales locales. En lugar de proponer una visión universal del movimiento moderno, su obra presenta una interpretación localizada de la arquitectura como celebración.

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El diseño no es más que una humilde comprensión de los materiales, un instinto natural para las soluciones y el respeto por la naturaleza. -B.V. Doshi

Casos similares se encuentran en la obra de Teodoro González de León y Emilio Duhart, ambos exalumnos de Le Corbusier, que a mediados del siglo XX formaron parte de una generación de arquitectos latinoamericanos cuya visión del movimiento moderno se entrelazaba con su contexto local. Curiosamente, ambos experimentaron con nuevas versiones del concreto blanco y limpio que marcaron las primeras obras del movimiento, pero con características más robustas. Aunque ambos enfatizan la horizontalidad y la monumentalidad, la obra del arquitecto mexicano destaca por su materialidad poco convencional y algo contradictoria. Experimentó con una mezcla de concreto y grano de mármol blanco como agregado que, una vez cincelado, revela una nueva textura y corrige las imperfecciones de las técnicas de construcción de los trabajadores locales. El movimiento moderno incorporaba ahora procesos artesanales.

Por otro lado, el edificio de CEPAL en Chile, diseñado por Duhart, está situado a orillas del río Mapocho. Esta ubicación influye directamente en la expresión material del edificio, que, aunque presenta una estética robusta, establece una conexión con el cuerpo de agua adyacente mediante el uso de materiales locales, como arena y «ripio» (grava) del río. Esta elección resalta la relación entre la estructura y su entorno. Algunos muros de concreto armado incluyen inscripciones grabadas que fomentan el diálogo con su contexto cultural y natural. Estos grabados suavizan la dureza del concreto, introduciendo una dimensión simbólica que no se había visto en las obras de sus contemporáneos y predecesores, subrayando el vínculo del edificio con la identidad del lugar.

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El presente es lo que más debe interesar a un arquitecto. Hacemos el futuro enfrentándonos al presente. -Teodoro González de León

Los ejemplos parecen interminables y resaltan la amplitud y diversidad de este movimiento, en el que cada proponente abrió nuevas vías de exploración. Cada arquitecto, moldeado por su propia ideología, cultura y contexto, aportó su interpretación. ¿Fue este un resultado inesperado para el movimiento moderno?

Es posible que esta ruptura con el pasado tuviera como objetivo alejarse de las formas ornamentadas y dominantes, ofreciendo en su lugar un lienzo en blanco muy necesario que permitiera a quienes se inspiraran en esta transformación desarrollarse y experimentar libremente, sin limitaciones. Deshaciéndose de la inercia, los arquitectos se encontraron en un territorio inexplorado, donde las reglas ya no las dictaban los precedentes, sino la innovación. Esta nueva libertad redefinió la relación entre forma y función y provocó una revolución en la forma de concebir los espacios: despojados de su esencia, pero llenos de potencial para la reinvención y la experimentación.

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