Un símbolo histórico de la era industrial: el techo en diente de sierra es un legado perdurable de la historia arquitectónica. Aunque es una invención funcional que nace hace casi 200 años, esta icónica forma está experimentando un renacimiento en muchos proyectos contemporáneos.
Compuesto por muchos techos largos y delgados con pendientes irregulares colocados uno al lado del otro, un tejado en diente de sierra posiciona sus bordes más empinados, llenos de paneles de vidrio, lejos del ecuador. Esto permite que los edificios grandes controlen su ganancia solar al omitir la luz solar directa, al mismo tiempo que permite que la luz natural indirecta y uniforme llegue a toda el área interior.
Introducida por primera vez a mediados del siglo XIX, la cubierta en diente de sierra permitió ocupar edificios de fábricas de un solo nivel y de planta profunda con luz natural. Con el cableado eléctrico aún en sus primeras etapas, los espacios de las fábricas ahora podían construirse lo suficientemente grandes como para albergar maquinaria grande impulsada por vapor y llenarse de suficiente luz para operarlas de manera segura, lo que hizo que los techos en diente de sierra fueran históricamente clave para el crecimiento industrial continuo de la época.