La arquitectura tiene el poder de construir bienestar y mitigar los «costos invisibles» de la vida urbana, como el tiempo de transporte o el estrés. En América Latina, hemos normalizado el caos y la falta de planificación, pero esta tolerancia tiene un precio muy alto para la economía y sobre todo la salud mental de sus habitantes.
La congestión, la informalidad comercial y la infraestructura deficiente son la manifestación visible de una falta de diseño urbano fallido. En términos económicos, el costo es abrumador: el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que las pérdidas de productividad por la congestión en las grandes ciudades de la región pueden alcanzar hasta un 4% del Producto Bruto Interno (PBI). El impacto psicológico no se queda atrás: una investigación de la Universidad de Harvard revela que el estrés crónico generado por el ruido, el hacinamiento y la contaminación eleva la incidencia de trastornos de ansiedad hasta en un 25% en áreas metropolitanas densas.
“La arquitectura de impacto es la única solución estratégica a largo plazo. El caos urbano no es un fenómeno natural; es un enemigo silencioso que hemos tolerado. Los datos son contundentes: esta ‘comodidad’ de vivir en el desorden se traduce en una pesada carga económica y de salud pública. Por lo tanto, la arquitectura como el urbanismo son herramientas estratégicas para ordenar la ciudad y revertir estos costos invisibles. Nuestra visión como universidad es transformar esa realidad: diseñar ciudades activando tres pilares; la formalidad, la seguridad y la salud emocional, asegurando que cada propuesta esté sólidamente respaldada por arquitectura de excelencia,» precisa José Ignacio Pacheco, decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de UCAL.
En esa línea, el experto de UCAL subraya que esta transformación urbana requiere de un cambio radical en la forma de planificar y propone cinco recomendaciones clave para que las ciudades puedan transformarse:
- Urbanismo ‘walkable’ para la productividad: Fomentar una ciudad que priorice la movilidad activa: peatón + bicicleta y micromovilidad. Reportes del BID sobre movilidad urbana demuestran que una mayor peatonalización puede incrementar el valor comercial de las zonas hasta en un 30%, potencia la renta del suelo y reduce los gastos en salud al promover la actividad física.
- Infraestructura de resiliencia y protección económica: Diseñar pensando en el riesgo. Investigaciones del Banco Mundial sobre resiliencia urbana señalan que la inversión en infraestructura de seguridad y evacuación bien planificada puede reducir las pérdidas económicas por desastres en zonas de alto riesgo hasta en un 40%. Y la invaluable protección de vidas humanas.
- Uso de urbanismo táctico como catalizador de formalidad: Aplicar soluciones de bajo costo y alto impacto para organizar el comercio. La ONU-Hábitat ha corroborado que el diseño inteligente en mercados o vías puede formalizar hasta un 20% del comercio informal en menos de un año. Al mismo tiempo que se despejan zonas de ambulantaje de la ciudad.
- Prototipado urbano con IA para la sostenibilidad: Integrar la tecnología desde la etapa de planificación. Según la consultora McKinsey & Company, la simulación y el prototipado urbano asistido por Inteligencia Artificial puede reducir los costos de planificación en un 15% y mejorar significativamente la precisión de los modelos de tráfico y sostenibilidad.
- Diseño inclusivo para la salud mental: Priorizar los espacios verdes. Datos de urbanismo y salud del MIT indican que el acceso a parques bien diseñados puede reducir los niveles de cortisol (hormona del estrés) hasta en un 15%.